“¡Ay de ustedes, guías ciegos!”
(Mateo 23,13-22)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Seguimos reflexionando en el capítulo 23 de San Mateo, donde Jesús usa un lenguaje muy fuerte para condenar a aquellos que confunden los aspectos externos de la religión con los que están en su corazón.
Los llama hipócritas, ciegos e insensatos. Jesús acusó a los escribas y fariseos de obstaculizar la entrada al Reino de Dios, porque al rechazar a Cristo no entraban ellos ni dejaban entrar a los demás. Cristo es la puerta y el camino para el Reino de Dios que Él inauguro; no aceptar a Jesús es autoexcluirse del Reino. Eso hicieron los dirigentes judíos.
También les hizo ver su hipocresía al afirmar que dirigían al pueblo de Dios, establecían sus propias ideas acerca de la esencia de la religión y, como resultado, el pueblo estaba en peor situación que nunca. Jesús es consciente que ellos influyen mucho en los demás, ya que son los jefes de las sinagogas, y viendo que sus actitudes no son las más adecuadas, se decide a actuar para poner solución a la situación.
Finalmente, Jesús dijo que los fariseos y escribas eran “guías ciegos” porque desechaban los juramentos hechos por las cosas más sagradas y en cambio aprobaban los que eran menos importantes. De esta forma se habían hecho ciegos al verdadero valor de la presencia de Dios que los visitaba.
Pueden parecer duras las palabras que les dirige, pero lo hace con dos intenciones: la primera es llegar a las conciencias de los escribas y fariseos para que recapaciten su forma de proceder; la segunda, para que las personas que lo escuchan sepan que él ha venido a traer la verdad.
Oremos: Por la intercesión de nuestra Madre María Reina, concédenos alcanzar la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Amén.
Recordemos: Una de las virtudes humanas más apreciadas por la mayoría de las personas es, sin duda, la coherencia de vida. En la misma vida de Jesús podemos ver un gran ejemplo de coherencia humana, pues Él actúa lo que predica.
Actuemos: Examinémonos hoy a fondo sobre nuestra realidad nuestra imagen. ¿Cómo estamos viviendo concretamente la fe y la caridad?
Profundicemos: “¡Ay de ustedes, guías ciegos!