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San José

"Hay quien grita con su vida,
aunque no pronuncie una sola palabra.

Testigos callados que hablan en el gesto y la mirada.

No anuncian, a voz en grito, lo que hacen o piensan.
Ni alardean, ni justifican.

Es su historia la que narra cómo aman,
dónde viven, por quién luchan,
qué anhelos tiran de ellos, en qué creen.

Es su huella silenciosa la que deja adivinar
al Dios que les habita."

(José María R. Olaizola, sj)

Custodiar el Amor...

Aquel hombre, cuál humilde carpintero, jamás imaginaría que Dios confiaría a su cuidado tan preciados tesoros sobre la tierra: Jesús y María. 

Por los evangelios, sabemos que San José, fue un humilde carpintero, desposado con María, un hombre justo, (cf. Mt 13,55; Mt 1,18; Lc 1,27; Mt 1,1), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Quién imaginaría que Dios confiaría a este humilde carpintero la custodia de dos tesoros tan preciados en el cielo y en la tierra: a Jesús, Dios mismo, y a María, su madre.

Con tal sorpresa acogería José esta misión, pues sabemos que en justicia a la ley decidió repudiar a María en secreto. Sin embargo, los planes de Dios para su vida eran otros. En el silencio que fecunda y la obediencia diligente descubre la voluntad de Dios, e inicia el itinerario de la misión confiada. 

Por su papel en la historia de la salvación, san José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano, como lo demuestra el hecho de que se le han dedicado numerosas iglesias en todo el mundo […] La confianza del pueblo en san José se resume en la expresión “Ite ad Ioseph”, que hace referencia al tiempo de hambruna en Egipto, cuando la gente le pedía pan al faraón y él les respondía: «Vayan donde José y hagan lo que él les diga» (Patris Corde, 1).

Vio crecer a Jesús en gracia y sabiduría […] Y Jesús vio la ternura de Dios en san José. La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros. Fue en el reconocimiento de esta pequeñez en la vida de San José, donde Dios actuó y le fue encomendada la misión de ser custodio del Amor: Jesús y María. Misión que cumplió con la más profunda entrega (Patris Corde, 2).

José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel. «La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda de cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio» (Homilía Villavicencio, Colombia, 8 de septiembre de 2017). 

También nosotros tenemos el valor de atravesar las adversidades de la vida con tal disposición, entrega y creatividad, vale la pena custodiar lo que amamos, porque eso que atesoramos son personas, nombres, rostros, momentos concretos. Vale la pena, así como san José, dejar que el Señor disponga de nuestra vida a fin de cumplir su proyecto de amor en cada uno de nosotros.

Es necesario avanzar sin temor, no nos neguemos la oportunidad de amar, san José dudó en algún momento, pero supo escuchar la voz de Dios diciéndole que valía la pena abrazar tan sorpresiva e incomprensiva misión.

Dejémonos desbordar por el amor, es linda la capacidad de amar que Dios ha puesto en nuestra existencia, pues somos imagen y semejanza de Dios en el amor. Al final, no importa tanto lo que hacemos, sino cuánto amamos "Somos lo que amamos"... al final de la vida, solo seremos juzgados en el amor, dice san Juan de la Cruz. Así que, amemos y dejémonos amar. El mayor tesoro en nuestra vida sean aquellos a quienes amamos. 

Himno (Oficio de lectura)

 

Custodio providente y fie del Hijo,

amor junto al Amor doquier presente,

silencio del que ve la gloria inmensa de Dios omnipotente.

 

Esposo enamorado de la Virgen,

la mente ante el misterio reclinabas,

rosal inmaculado que florece,

es obra del Señor a quien amabas.

 

Callada voluntad en Dios perdida,

amor hecho mirada de confianza,

fiel en el trabajo y en la prueba,

provéenos de amor y de esperanza.

 

Protege la asamblea de los justos,

reunidos en la fe, cuerpo de Cristo;

sé padre que nos lleve a nuestra Padre,

amor del gran Amor que nos da el Hijo.

 

Amén.

Cumpliendo Sueños...

San José nos enseña que los sueños sí se cumplen.  A San José, Dios le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños. En la Biblia, como en todos los pueblos antiguos, los sueños eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad.

Ante la angustia que pudo experimentar frente a la sorpresa con la que Dios llegó a su vida y trastocó sus planes, pues tenía un compromiso con María, el proyecto de un hogar, la calidez de una familia en medio del trabajo cotidiano, pero jamás pensaría que en su humilde hogar sería recibido el Hijo de Dios. En un sueño, el ángel del Señor revelaba la voluntad de Dios y daba la certeza que faltaba a su corazón (Patris Corde, 3-5).

Después, cuando se encuentra en dificultades, en sueños Dios le habla y nuevamente se pone en camino, una vez más salvaguardaba la vida del Amor más grande, la vida del niño Jesús, y por supuesto, la vida de su esposa, María; en un acto de prontitud y obediencia se ponen en camino.

Y así, pudiéramos imaginar la vida de San José, en un constante dejarse sorprender por el Señor. Siempre atento a los signos de Dios, especialmente en los sueños, donde siempre recibió la certeza profunda de la misión confiada. Cada día tuvo la valentía de acoger estos designios, tuvo la creatividad para sortear las dificultades de la vida.

Tal vez, debiéramos acercarnos un poco más a la vida de este gran hombre, aquel que como lirio floreció, siempre, en cada momento de su vida. Su protagonismo en la historia de la salvación no fue de ruido, sino en el silencio operante, en el ocultamiento.

Sean estas actitudes de San José inspiración en nuestra propia historia, seamos capaces de soñar, custodiar lo que apreciamos y atesorar la experiencia del amor que el Señor nos permite cada día, al lado y junto a nuestra familia, amigos, hermanos, comunidad. Y más aún, no basta soñar, sino tener la valentía creativa para conquistarlos.

Que San José nos acompañe y proteja cada día. Que seamos capaces de tornar nuestros los sueños de Dios, amarlos y hacerlos realidad. 

Himno Laudes

 

Escuchen qué cosa y cosa tan maravillosa, aquesta:

un padre que no ha engendrado a un Hijo, a quien otro engendra.

 

Un hombre que da alimentos al mismo que lo alimenta;

cría al que lo crió, y al mismo sustenta que lo sustenta.

 

Manda a su propio Señor, y a su Hijo Dios respeta;

tiene por ama a una esclava, y por esposa a una reina.

 

Celos tuvo y confianza, seguridad y sospechas,

Riesgo y seguridades, necesidad y riquezas.

 

Tuvo, en fin, todas las cosas que pueden pensarse buenas;

y es de María esposo, y de Dios, Padre en la tierra.

 

Amén.

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