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Miércoles de Ceniza

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Con el Miércoles de Ceniza damos inicio a la Cuaresma. Una tradición que hunde sus raíces en la Biblia y nos recuerda la manera como el pueblo judío vivía sus celebraciones penitenciales. Ellos cubrían sus cabezas de ceniza y se vestían con una tela áspera de cilicio para pedir a Dios perdón de sus pecados a Dios. Así como podemos verlo en la oración y el rito penitencial que la reina Ester dirige a Dios cuando la vida de su pueblo estaba amenazada: “Se quitó sus vestidos lujosos, y se puso ropa de luto y tristeza; en lugar de finos perfumes, se cubrió la cabeza de ceniza y basura; maltrató mucho su cuerpo y, en vez de llevar sus alegres adornos, se dejó los cabellos sueltos y despeinados. Luego oró al Señor, el Dios de Israel, diciendo: “¡Señor mío, Rey de todos nosotros, tú eres único! Ayúdame, pues estoy sola; fuera de ti, no tengo a nadie que me ayude; estoy en gran peligro” (Est 4, 31-33).

 

Entre los siglos V y VI d.C., la Iglesia retoma dicha práctica judía para señalar la penitencia que debían seguir aquellos que habían pecado gravemente hacia Dios. Igualmente se acoge el concepto de cuaresma, se establece su duración (40 días), se señala la práctica del ayuno para imitar los 40 días que Jesús ayuna en el desierto y se indica el Miércoles de Ceniza como el inicio de la cuaresma. Es solo hasta el siglo XI d.C., que se adopta la costumbre de imponer la ceniza sobre la cabeza de los penitentes. Práctica que desde esa fecha hasta hoy continúa acompañando la celebración de este tiempo litúrgico penitencial por excelencia.

 

Ponernos la ceniza Miércoles de Ceniza más que un rito externo, es un signo que expresa nuestro profundo deseo de volver a Dios, compartir más con él a través de la oración, confiarle nuestra vida, necesidades y retos actuales.

Oración para el Miércoles de Ceniza:

 

Señor, Jesús, hoy hemos venido a ti con el corazón arrepentido y llenos de esperanza,
para comenzar esta cuaresma hacia una renovación espiritual.
Llevamos en nuestras frentes la cruz como señal de nuestro deseo de cambio;
queremos recorrer este camino cuaresmal intensificando las prácticas
del ayuno, la oración y la limosna, para comprometernos contigo,
en todos aquellos que son tus predilectos, los pobres y excluidos.
Te lo pedimos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

 

(Oración tomada del libro: Cuaresma, camino del dolor al júbilo, Paulinas)

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