
El evangelio que acabamos de escuchar, es conocido como el prólogo. El cual es de un contenido muy profundo, porque nos habla de la preexistencia de Jesús. Él es la Palabra encarnada, en el que habita vida, y esa vida, era luz para los hombres. Vino a los suyos, pero no lo recibieron. Juan era un hombre enviado por Dios, pero no era la luz sino que daba testimonio de ella, y así todos pudieran acoger la fe. Jesús es la Palabra encarnada. Se humaniza, se hace visible, está cerca de nosotros y camina con nosotros. Y si queremos conocer a Dios, que mejor que leer los evangelios, descubriendo en ellos, las palabras, los gestos, las actitudes de Jesús, que es el Rostro de la misericordia de Dios Padre.
¿Tenemos la humildad, de acoger a Jesús en nuestra vida?
Señor, Jesús, gracias por este año civil que termina, por ser la Palabra que alimenta y da sentido a mi existencia. Dame la gracia de caminar contigo en el año nuevo, y hacer de cada una de tus enseñanzas, la luz que guíe cada uno de mis pasos, experiencias y proyectos. Amén.
Si muchos no acogieron a Jesús, otros lo acogieron, sobre todo la gente sencilla, los marginados, los despreciados, los pecadores, el pueblo. En Jesús, encontraron acogida, amor, respeto, misericordia.


