13 de octubre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás”
(Lc 11, 29-32)

Jesús en el Evangelio de hoy cita la ciudad de Nínive a sus discípulos y se dirige a ellos recordándoles que era una ciudad perversa. Nínive era una gran ciudad capital donde el profeta Jonás fue enviado a predicar un mensaje de arrepentimiento. Jesús al igual que los habitantes de esa ciudad que pedían signos, les respondió que no se les dará más signo que el de Jonás. Bíblicamente un signo es una realidad espiritual, la presencia de Dios o un mensaje divino. Pero concretamente, ¿qué dijo Jonás al pueblo de Nínive? Les dijo: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!”. Este mensaje provocó que los habitantes, incluido el rey, se arrepintieran profundamente, se vistieran de luto y ayunaran, creyendo en Dios y abandonando su maldad. La gente creyó en el mensaje de Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con cilicio en señal de arrepentimiento. A nosotros nos puede pasar como al pueblo de Nínive que, teniendo todos los signos de la presencia de Dios, no nos damos cuenta de su presencia y le pedimos signos, cuando estos están ahí palpables. Jesús nos puede decir hoy: “Miren a su alrededor, miren a quienes están a su lado y perciban los signos de amor, perdón y reconciliación que Dios les ofrece; solo así construiremos una sana conversión.

Reflexionemos:

En muchos contextos culturales, hemos tenido la experiencia de lo que significa el perdón y la reconciliación ciudadana; de cómo debemos ser responsables unos de otros, asumiendo de forma responsable nuestros derechos y deberes. El Papa Francisco citando la parte de la oración del Padrenuestro: “perdona nuestras deudas”, nos dice que “como necesitamos pan, necesitamos perdón”. Y así, cada día. La actitud más peligrosa que sin duda, nos hace débiles y frágiles a los ojos de Dios y ante los demás es el orgullo. Es la actitud de quien se pone delante de Dios pensando tener siempre las cuentas en orden con Él. el orgulloso cree que lo tiene todo en su sitio. Hay gente que se cree perfecta. Generalmente, la gente que critica a los demás es gente orgullosa. Hoy tenemos una responsabilidad histórica con las futuras generaciones como es la de testimoniar el bien sobre la base del amor, el perdón y la conversión ciudadana.

Oremos:

Señor Jesús, Divino Maestro, te pedimos por nuestra ciudad, su gente, su cultura y todo aquello que genera progreso y calidad de vida. Concédele sabiduría a nuestros gobernantes, para que gobiernen con sabio discernimiento ante las situaciones que se les presenten. Que entre todos construyamos puentes de solidaridad y paz y superemos intereses personales, tomando decisiones justas en beneficio de todos. Amén.

Actuemos:

Hoy, hago una obra que aporte a la ciudad paz, tolerancia y reconciliación.

Recordemos:

“El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y su fidelidad”.

Profundicemos:

“No hermanos, no es el pecador quien vuelve a Dios para pedirle perdón, sino que es el mismo Dios que corre a buscar al pecador y le hace volver a él… Espera que los pecadores hagan penitencia y les invita a través de movimientos interiores de su gracia y por la voz de sus ministros” (San Juan María Vianney).

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