02 de octubre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial”
(Lc 9, 57-62)

Casi siempre que los discípulos le hacen una pregunta a Jesús, es porque tienen la certeza de que obtendrán una respuesta, aunque a veces sea desconcertante. En el Evangelio de hoy, los discípulos le preguntan al Señor: ¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos? Suponemos que los discípulos ya habían comprendido qué significa “Reino de los Cielos”. Bíblicamente está enmarcado este concepto en la autoridad de Dios sobre todas las cosas. Pero, ¿qué interés de fondo tenían los discípulos? Jesús responde esta pregunta con un ejemplo: Llama a un niño, y luego les dice a sus discípulos que deben volverse como niños y hacerse pequeños para ser grandes en el Reino de los Cielos. De nuevo, el Señor presenta otra metáfora: la pequeñez y la acogida… Dos palabras que, sin duda, son necesarias en nuestros entornos cotidianos. La palabra “pequeñez” viene del latín minutia, que significa poco valor, y la palabra “acogida” que viene del latín accolligere, es decir, admitir, dar refugio escoger, recoger. Jesús nos invita a vivir desde la humildad: el más importante en el Reino de los Cielos es aquel que acoge a quien nadie acoge; es quien da refugio y valor de sí mismo a quien por alguna circunstancia, se siente menos que los demás; en otras palabras, dar importancia a los demás nos hace grandes en el Reino de los Cielos. ¡Los Ángeles Custodios nos acompañen y nos favorezcan de todo mal y nos protejan de todo peligro!

Reflexionemos:

Hoy la primera lectura del éxodo, nos recuerda lo importante que es tomar conciencia de la presencia de los ángeles en nuestra vida. “Así dice el Señor: voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Si lo obedeces fielmente y haces lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios, mis adversarios, mi ángel ira por delante”. Encomienda esta jornada al ángel de la guarda.

Oremos:

Señor Jesús, Divino Maestro, te doy gracias por tus santas inspiraciones, por tu protección continua contra los peligros espirituales y corporales que me acechan. Amén. Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día, hasta que me pongas en paz y alegría, con todos los santos Jesús, José y María. Amén.

Actuemos:

Hay muchas personas importantes en el camino de nuestra vida. Hoy, agradezcámosle al Señor su presencia y el que nos haga comprender lo maravilloso que es compartir con los demás desde la alegría y la esperanza.

Recordemos:

“El que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los Cielos”.

Profundicemos:

“Junto a Cristo y en Cristo, también nosotros pedimos entrar en sintonía con la voluntad del Padre, convirtiéndonos también nosotros en sus hijos. Es la pureza del corazón la que permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo; y tener el corazón sencillo como el de los niños, sin la presunción de quien se cierra en sí mismo, pensando que no necesita a nadie, ni siquiera a Dios” (Papa Benedicto XVI).

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