Querido hermano: Aunque espero estar pronto contigo, te escribo estas cosas por si tardo, para que sepas cómo conviene conducirse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad. En verdad es grande el misterio de la piedad, el cual fue manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, mostrado a los ángeles, proclamado en las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria.
L: Palabra de Dios
T: Te alabamos, Señor
R. Grandes son las obras del Señor.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman / R.
Esplendor y belleza son su obra, su justicia dura por siempre. Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente / R.
Él da alimento a los que le temen recordando siempre su alianza. Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles / R.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
“Hemos tocado y no han bailado,
hemos entonado lamentaciones, y no han llorado”
En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: ‘Hemos tocado la flauta y no han bailado, hemos entonado lamentaciones, y no han llorado’. Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y dicen: ‘Tiene un demonio’; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Miren qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón”.
S: Palabra de Dios
T: Gloria a ti, Señor Jesús