El texto que el evangelista san Mateo nos ofrece hoy, presenta un encuentro de Jesús con sus discípulos en el cual, Él les instruye acerca de un caso muy particular: “Si tu hermano peca…”. ¿Qué es lo que tienen que hacer? ¿Qué es lo que tenemos que hacer nosotros hoy? La exhortación que hace Jesús es acercad de la corrección fraterna, de tal manera que nuestra vida cristiana sea testimonio de comunión y fraternidad. La corrección fraterna es la invitación que nos hace Jesús a acercarnos l hermano que haya pecado o caído en desgracia con caridad, siendo benévolos y respetuosos con él haciéndole caer en cuenta de algún error, sin humillarlo ni abochornarlo y, mucho menos, en público. Casi siempre lo primero que hacemos cuando nos enteramos que un hermano ha caído en desgracia o ha cometido una falta, es hablar de su pecado con terceras personas emitiendo juicios al respecto. Sin embargo, para Jesús, nadie está condenado; Él nos invita a no señalar ni condenar a nadie, sino a acoger con humildad. En el mismo contexto de la vida comunitaria, Jesús señala que la oración es más efectiva: “Donde dos se pongan de acuerdo para pedir… (…). Mi Padre les concederá”. O, “donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. No se trata únicamente de un acto de bondad por parte de los hombres, es más bien un acto de amor que solamente Dios puede poner en el fondo del corazón.
Jesús muestra a sus discípulos un proceso para practicar la corrección fraterna: “Diálogo, reconciliación y restauración dentro de la comunidad cristiana”. Esta realidad nos llama a comprometernos con este proceso que implica: amor, compasión, privacidad, la búsqueda de la gracia y el perdón de Dios. Preguntémonos: ¿Estamos dispuestos a vivir y aplicar la corrección fraterna en mi familia, en la Iglesia y en la sociedad en la que vivimos con compasión y misericordia?
Señor Jesús, Divino Maestro, ayúdame no a juzgar ni a condenar, sino a ser instrumento de tu paz, siendo compasivo y misericordioso con mis semejantes, especialmente con aquellos que han caído en pecado. Que mis palabras estén siempre llenas de verdad y amor, para que cuando corrija a mis hermanos o cuando yo sea corregido por ellos, construyamos mutuamente la comunidad que tú deseas. Amén.
Jesús nos propone un camino radical: que agotemos todas las instancias posibles para que podamos recuperar y salvar al hermano que haya caído en pecado. ¿Estoy disponible para vivir este camino?
La verdadera conversión es una obra de la gracia de Dios en el corazón humano.
El proceso de conversión no siempre es inmediato. Requiere paciencia, comprensión y perseverancia tanto por parte de quien ofrece la corrección como de quien la recibe.