La fe nos compromete a estar en pie, a abrir el corazón y caminar en la esperanza. Queridos amigos, el evangelio hoy, nos relata el milagro de la barca que azotada por las olas, lleva a los discípulos a adherirse a la persona de Jesús, confiando en la salvación divina: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Me gusta mucho como inicia Mateo su relato; nos dice que Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo siguieron. Es una decisión libre y personal que tiene un trasfondo profundo y es el compromiso de una fe viva y dinámica que mueve a los discípulos a dejar sus seguridades para hacer la travesía del mar junto a Jesús, y mientras Jesús duerme la tempestad arrecia, y seguramente los apóstoles con todas sus fuerzas luchaban por vencer el viento y el mar, pero se llenaron de miedo y esto les hace volver la mirada al maestro. Saben que con ellos en la misma barca está el Señor que da la paz. Claman a Él porque creen en su salvación y aunque Jesús les dice: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” los anima a confiar para que su fe se fortalezca y crezca cada día más.
¿Cómo es mi manera de relacionarme con Dios? ¿Cuándo llegan las tormentas y las cruces, creo profundamente que ese momento de dolor o dificultad es el medio que el Señor me brinda para acercarme a Él confiando en su salvación?
Dios de paz y de bondad, concédeme entender que la oración es el medio que me brindas para alimentar la fe y la confianza en ti, abriéndome a la esperanza para vencer las tormentas y batallas que en el mundo me amenazan. Amén.
Vivir en Cristo a través de los sacramentos.
“¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?”.
La fe nos mueve a comprometernos con la vida para salir de las tormentas, teniendo presente que el camino no lo hacemos solos, sino que Dios está con nosotros