El contenido de nuestro mensaje es Cristo, como revelador del Padre y salvador de la humanidad. Todo es nuestro y nosotros somos de Cristo y Cristo es de Dios. Por lo tanto el contenido de nuestro apostolado se extiende, a todas las realidades y disciplinas divinas y humanas; a todas las experiencias de la vida natural, espiritual y material, con tal de que todo sea tratado a la luz de Cristo, como nos indica el Beato Santiago Alberione: “penetrar todo el pensamiento y el saber humano con el evangelio. No hablar solo de religión, sino hablar de todo cristianamente.
Somos comunicadoras - apóstoles por vocación, somos testigos de la Palabra de Dios. No comunicamos solo una doctrina, sino que al mismo tiempo somos participes del misterio del llamado de Dios, que nos habita. Este misterio nos lleva a testimoniarlo y comunicarlo a los otros con amor.
Esta Palabra de Dios, que estamos llamadas a anunciar debe encarnarse y tomar forma primero en nuestra vida y debe expresarse:
Estamos llamadas sobre todo a ser testimonio personal con el don de todo el ser al Señor y a la humanidad. Con el testimonio comunitario y de pasión misionera. Con el testimonio de la actividad docente, que orienta y forma en los valores humanos y cristianos. (D.C 305)