9 de octubre 2024

“Señor, enséñanos a orar”

(Lc 11, 1-4)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el Evangelio de hoy encontramos como tema central el Padrenuestro. Según el Evangelista Lucas, el deseo que expresan los discípulos es el de aprender a orar: “Señor enséñanos a orar”. El Padrenuestro es una verdadera síntesis de todo el Evangelio, una escuela y taller de oración. Dios que se revela cercano. Es interesante pensar cómo los gestos y palabras de Jesús, impactaron de tal modo en los discípulos, que le pidieron a Jesús no solo que les enseñe a orar, sino también a orar como Él lo hacía. Por eso, más allá de las palabras que compone esta oración, Jesús enseña a considerar a Dios como nuestro Padre. Hoy como ayer se nos cuestiona y se nos invita seguir profundizando en este don y compromiso. La oración de Jesús despierta el deseo del Reino de Dios. Es en el día a día, donde santificamos su nombre.

Nos dice José Antonio Pagola que la tragedia más grande del hombre de hoy es su incapacidad para la oración. Se nos está olvidando lo que es orar, y también estamos perdiendo la capacidad de silencio interior. Ya no somos capaces de encontrarnos con el fondo de nuestro ser. Distraídos por miles de sensaciones, embotados interiormente, encadenados a un ritmo de vida agobiante, estamos abandonando la actitud orante ante Dios.

 

Preguntémonos: ¿Sentimos la comunión con el Padre del cielo? ¿Construimos la unidad con nuestra comunidad eclesial?

    

Oremos: Señor, que mi mirada atenta desde la cotidianidad me enseñe a orarte cada día con la confianza de un hijo. Te imploro que me ayudes a vivir siempre unido a ti en mi oración, sabiendo que no es lo que diga, sino cómo lo diga, aquello que te hace feliz. Amén.

 

Actuemos: Pidámosle al Señor la gracia de saber orar humanamente, no de forma idealista. De saber orar como somos nosotros.

 

Recordemos: Ojalá que sea, el Padre Nuestro, la oración de todas nuestras familias pero, sobre todo, el reflejo de nuestras vidas como cristianos y discípulos de Jesucristo.

            

Profundicemos: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

 

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