09 de julio

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Dichoso el vientre que te llevó”
(Lc 11, 27-28)

Hoy celebramos como pueblo colombiano la fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá; así le agradecemos al Señor el haber bendecido nuestro suelo regalándonos en la restauración de la imagen de la Santísima Virgen María, un signo de su presencia amorosa que camina con nosotros y nos conduce a la paz. Volviendo nuestra mirada al Evangelio, nos encontramos con un texto muy breve pero de una gran profundidad. Lucas nos dice que mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Ella, elogia la maternidad de María Santísima, conmovida por las palabras y acciones de Jesús, pero Él le responde a la mujer invitándola a ella y a su vez, a todos nosotros, a trascender: “Mejor, dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”. Porque María, no solo escuchó la Palabra de Dios, sino que la engendró en su vientre inmaculado, es decir, la hizo vida, ofreciendo a su Hijo al mundo como nuestro Redentor. Por tanto, al ritmo de la Palabra de Dios, debemos orientar nuestros pasos, para llegar a establecer una relación íntima y personal con el Maestro Divino; a descubrir que su Palabra es norma y guía para nuestra vida y que desde ella podemos proyectarnos para ser hombres y mujeres comunicadores de esperanza y, como María, proclamemos la grandeza del Señor en el amor que Él nos concede cada día para ser anunciadores de su reino, no solo con nuestras palabras sino con el testimonio de una vida que sea coherente, que busque siempre la santidad.

Reflexionemos:

Podemos alcanzar nuestra plenitud de vida, si leemos nuestra historia a partir de la Historia de Salvación que se nos comunica en la Palabra de Dios. Es importante que nos preguntémonos: ¿Soy de los que viven la bienaventuranza proclamada por Jesús en el día a día?, ¿escucho su Palabra, la acojo y dejo que dé frutos de vida nueva que brota de lo profundo del corazón?

Oremos:

María, Madre de Dios y Madre nuestra, intercede ante tu Divino Hijo para ser dóciles a la acción del Espíritu que nos haga renacer a la voz de su Palabra, orientando siempre nuestra vida a la felicidad eterna. Amén.

Actuemos:

Vivo la comunión con Jesús, dedicando un tiempo suficiente para escuchar y meditar la Palabra de Dios.

Recordemos:

“Mejor, dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

Profundicemos:

María guía al camino seguro, que es Cristo, en la Iglesia por Él fundada.

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