9 de Julio

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10

¡Alégrate, ciudad de Sión! ¡Grita de júbilo, Jerusalén! Mira a tu rey que viene a ti defendido por Dios y victorioso, humildemente montado en un asno, en la cría de un animal de carga. Va a suprimir de Efraín los carros de combate, y la caballería de Jerusalén; va a destruir las armas bélicas y a promulgar la paz a las naciones. Dominará de mar a mar, y del Gran Río al confín de la tierra.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 144, 1-2. 8-11. 13cd-14

R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás / R.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas / R.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas / R.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13

Hermanos: Ustedes ya no están esclavizados al instinto sino bajo la acción del Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, es que todavía no es cristiano. Pero si en ustedes habita el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, el mismo que resucitó a Cristo, dará la vida incluso a su cuerpo mortal por su Espíritu que habita en ustedes. Así, pues, hermanos, ya no somos esclavos del instinto, para vivir sometidos a él. Porque si llevan esa clase de vida, tendrán que morir. Pero si, animados por el Espíritu, renuncian a toda inmoralidad, tendrán vida.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Mt 11, 25)

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios de tu Reino a los pequeños.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

“Soy paciente y humilde de corazón”

En cierta ocasión dijo Jesús: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque si ocultaste estas cosas a los sabios y los entendidos, las revelaste a los pequeños. Si, Padre, porque así tuviste a bien disponerlo. Todo me lo entregó mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están rendidos y agobiados, que yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es llevadero y mi carga liviana”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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