9 de Abril

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-37

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 92, 1-2. 5

R. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder / R.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno / R.
Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 3, 14b-15)

“Tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga por Él vida eterna”.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 7b-15

“Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre”

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Tienen que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo puede suceder eso?”. Le contestó Jesús: “¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no reciben nuestro testimonio. Si les hablo de las cosas terrenas y no me creen, ¿cómo creerán si les hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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