
En el pasaje de hoy Jesús nos recuerda que la verdadera fidelidad se demuestra en lo cotidiano y en lo pequeño. No se trata de acumular riquezas ni de poner nuestra seguridad en el dinero, sino de usarlo con justicia y generosidad, sabiendo que todo lo que tenemos es un don de Dios. Servir al dinero esclaviza el corazón y nos aleja de la verdadera libertad que solo Él nos puede dar. Este Evangelio nos invita a revisar a quién servimos realmente y a vivir con un corazón desprendido, confiando en que lo más valioso es la amistad con Dios y su Reino. No se puede servir a Dios y al dinero; solo en Él está nuestra verdadera riqueza.
¿Qué lugar ocupa el dinero o las cosas materiales en mi vida y en mis decisiones? ¿Cómo puedo ser más fiel y generoso con lo poco que Dios me ha confiado?
Jesús Maestro, enséñame a ser fiel en lo pequeño y a usar con amor lo que me confías. Libera mi corazón de todo apego que me aleje de ti. Señor, dame un corazón sencillo y generoso. Enséñame a usar lo que tengo para amar y servir a los demás. Amén.


