“Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”
(Mc 1, 7-11)
Reflexionemos: “En todas las religiones y culturas el agua posee fuerza purificadora y renovadora. El agua del bautismo nos purifica de los errores del pasado y nos renueva para que vivamos como personas nuevas. Ser bautizado significa ser sumergido en Cristo, y participar, ya desde ahora, de su vida” (del libro Naciendo a la vida cristiana, Paulinas, Colombia).
Oremos: “Vive en nosotros Jesús, con la efusión del Espíritu Santo, para que te amemos con toda la mente, con todas las fuerzas y con todo el corazón y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Aumenta en nosotros la caridad”.
Beato Santiago Alberione.
Actuemos: “La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe” (CIC, 1833-1834).
Recordemos: “Aquellos que se llenan de esperanza demuestran que saben amar y creer. Quien ama cree y espera; el amor y la fe nutren con su fuerza la esperanza” (Del libro Palabras de esperanza, Paulinas, Colombia).
Profundicemos: “La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia, exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión” (CIC, 1829).
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