“Subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios” (Lc 6, 12)
El evangelio de hoy nos enseña la importancia de preceder con la oración, las grandes decisiones que tomamos en nuestra vida. Jesús antes de llamar a sus seguidores pasa la noche en oración poniendo en manos del Padre, la gran responsabilidad que tenía por delante, al vincular a otros a su misión: “Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles”. Dicha actitud orante de Jesús es la que le permite tener la claridad necesaria para saber a quienes va a llamar y la manera como llevará a cabo su misión. Así mismo, la confianza en que Dios acompañará de cerca su proyecto, a través de signos a favor de los más necesitados: “Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de Él una fuerza que los curaba a todos”. Como Jesús nosotros también estamos llamados a poner en manos de Dios todos nuestros proyectos y hacer de la oración un medio que nos una más a él y fortalezca en nosotros la confianza. Pidamos al Señor, en este día la gracia de reservar mayores espacios para estar a solas con él y encomendarle todos nuestros proyectos y necesidades.
Reflexionemos:
¿Qué lugar ocupa la oración en nuestra vida?, ¿contamos con Dios cuando emprendemos algún proyecto?
Oremos:
Enséñanos, Señor, a llevar cada vez más la oración a nuestra vida. A hacer de ella, un punto de encuentro contigo y el sustento de todo cuanto emprendamos. Amén.
Recordemos:
La vida de oración nos ayuda a llevar adelante nuestros proyectos.
Actuemos:
Revisemos en esta jornada los tiempos que dedicamos a la oración y los beneficios que despierta en nuestra vida.
Profundicemos:
La oración es el lugar privilegiado a través del cual Dios nos habla y nos ayuda a discernir y llevar adelante todos nuestros proyectos (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).