
Jesús nos enseña con esta parábola que debemos ser inteligentes y diligentes en el camino hacia el Reino de Dios. Así como el administrador usa su astucia para asegurar su futuro, también nosotros estamos llamados a usar nuestras capacidades, tiempo y recursos para vivir según el Evangelio y servir a los demás. No se trata de aprobar la injusticia, sino de aprender a actuar con decisión y creatividad para las cosas de Dios. Este texto nos desafía a no vivir con pasividad, sino a comprometernos con inteligencia y audacia en nuestra vida cristiana. Los dones que Dios nos confía deben ser usados con inteligencia y para el bien de los demás.
¿Estoy administrando con sabiduría y generosidad los dones que Dios me ha confiado? ¿Cómo puedo ser más creativo y decidido para vivir y anunciar el Evangelio?
Señor, dame sabiduría para usar bien todo lo que me has dado. Hazme audaz y fiel en mi compromiso contigo y con los demás. Que mi vida sea una administración honesta y generosa de tu amor. Señor, ayúdame a vivir con responsabilidad y creatividad en tu servicio. Haz que todo lo que haga dé fruto para tu Reino. Amén.


