“Llamó a sus doce discípulos” (Mt 10, 1)
El evangelio de este día nos permite entrar en contacto con el llamado que Jesús hace a sus discípulos. Llamado que se renueva en cada uno de nosotros y nos invita a reconocer como ellos, el amor y la predilección que Dios sienta hacia nuestra existencia. Jesús llama a sus discípulos, porque quiere compartir su misión y confiarles el cuidado de la humanidad: “Les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”. Los llama por su nombre, acogiendo su vida, su historia, su identidad y valerse de ella para llevar a cabo su obra. Los envía en un primer momento a los más cercanos a ellos, es decir, a las ovejas de Israel, pero luego va ampliando su misión a otros pueblos. Como los discípulos, Jesús nos llama hoy por nombre propio y nos envía a comunicar su amor y sus enseñanzas en el seno de nuestros hogares. Pidámosle en este día la gracia de abrirnos a compartir con alegría y sencillez, todo aquello que sus enseñanzas renuevan en nuestro interior y nos impulsan a ser mejores personas.
Reflexionemos:
¿Nos sentimos llamados por Jesús a comunicar su amor entre los nuestros?, ¿cómo podemos reavivar los momentos de oración y compartir fraterno que vivimos en familia?
Oremos:
Gracias, Señor, por llamarnos en las diferentes realidades que vivimos a ser partícipes de la construcción de tu Reino. Gracias por mostrarnos que nuestros hogares son los primeros lugares en los que estamos llamados a vivir y transmitir tu amor. Amén.
Recordemos:
Jesús nos llama a ser constructores de su Reino desde las diferentes realidades que vivimos.
Actuemos:
Aprovechemos esta jornada para compartir con nuestros seres queridos un espacio de oración en el que podamos comunicarles todo aquello que Dios obra en nosotros.
Profundicemos:
Todos tenemos la capacidad de transmitir el Evangelio de manera creativa a quienes todavía no se han dejado contagiar por él (Libro: Influencers del Evangelio).