El evangelio de hoy nos invita a contemplar una jornada cotidiana en la que se dan cita el hambre, el cansancio y las preguntas sobre la Ley. No olvidemos que la palabra sábado significa descanso. Jesús y sus discípulos recogen espigas de trigo en sábado, aquello que provoca una reacción en alguno de los fariseos, ya que era considerado “trabajo” y por tanto, prohibido por la Ley judía trabajar en sábado. Los fariseos cumplen con la Ley del sábado y lo esperan. Pero no saben que ya ha llegado y mucho menos lo viven: “¿Por qué hacen ustedes lo que no está permitido hacer en sábado? ¿ustedes no han leído lo que hizo David?” Jesús responde con una referencia a David, para mostrar la superioridad de su descendiente. David es figura del Mesías. También les recuerda y es el centro del pasaje: “El Hijo del hombre es Señor del sábado”. Jesús introduce al hombre en el banquete mesiánico, le da el alimento sabático (Eucaristía). Este es el motivo por el cual nosotros vivimos de Dios. El que vive de este sábado, vive de Dios y para Dios, ya no está bajo ninguna Ley, sino bajo una relación con Dios. Jesús nos enseña que lo más importante no es el cumplimiento externo de los mandamientos sino la vivencia profunda de la misericordia de Dios.
¿Le estoy dando a Jesús autoridad sobre mi descanso, mi tiempo, y mis decisiones?
Gracias, Señor, por mostrarme que el amor está por encima de toda regla humana. Ayúdame a entender que no es solo cumplir normas, sino seguirte con un corazón sincero. Amén.
Realiza un acto de servicio a alguien por amor no por obligación.
¿Qué significa que Jesús es “Señor del sábado”? Recordemos que el Papa Francisco, siguiendo las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica, nos dice que la observancia del sábado no debe ser una obligación, sino un día de descanso y servicio a Dios y al prójimo.