
“Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, ‘como ovejas que no tienen pastor”. Jesús une predicación y curación, está con y entre la gente, y expresa algo que no es ajeno a nuestra realidad. Siente compasión por la gente que anda extenuada, abandonada, como ovejas sin pastor. El pastor se entiende la autoridad, los dirigentes, llamados a servir al pueblo, pero que en este caso han convertido su autoridad en poder, en dominio, en imposición, en un mirar sus propios y ambiciosos intereses mezquinos. Jesús no es indiferente ante esta realidad, entonces llama a sus discípulos y les envía como verdaderos pastores al servicio de los demás. Su autoridad, es legítima pues está basada en el respeto, en el predicar la Buena Noticia, pero sin ser indiferentes, ni pasar de largo ante las personas que sufren. Nuestros dirigentes, dónde están, para quién están, que han hecho con su autoridad.
¿Qué tenemos que antes no hayamos recibido? ¿Somos conscientes de que, con la ayuda de Dios, podemos sanar a tantas personas que están sumidas en la depresión, que han perdido la fe, la esperanza, el sentido de la vida?
Señor, Jesús, enséñame a compadecerme como tú de quienes están a mi lado. A reconocer que lo más valioso que tengo para ofrecer es mi tiempo, mi capacidad de escucha y diálogo, con quien sufre o pasa por alguna necesidad. Amén.
Anunciemos a Jesús, pero al mismo tiempo, no olvidemos contar con su ayuda, para aliviar el dolor de nuestra gente que necesita recuperar la esperanza, el sentido de la vida, las enfermedades del alma no pocas veces pesan y pueden sumirnos en la angustia y sinsentido de la vida.


