“Jesús cura a dos ciegos que creen en Él”.
(Mt 9, 27-31)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La vigilancia cristiana propia de este tiempo implica actitudes concretas que involucran los dinamismos humanos y espirituales de la persona. Hoy la liturgia de la Palabra presenta dos dinámicas fundamentales, que en la dimensión humana implican la vista, porque se trata de “dos ciegos que seguían a Jesús”, ver físicamente pero también ver interiormente, es decir, con los ojos de la fe.
Los ciegos, que no veían con la luz de sus ojos no reconocían la persona de Jesús físicamente a diferencia de todos sus paisanos, pero si estaban capacitados para ver con la luz de su fe porque reconocían en la persona de Jesús lo que muchos no lograban reconocer, al Hijo de David. De ahí, nace su confesión de fe como un dinamismo abierto totalmente a la acción de Dios cuando Jesús les pregunta: ¿Creen que puedo hacerlo? Y la certeza de lo que veían con la luz del alma los lleva a ver con la luz de sus ojos respondiendo: “Sí, Señor”.
Muchos dinamismos en la vida humana ocurren en la medida de esta fe, la fe interior, no solo la fe en la persona de Jesús sino también la fe en nosotros mismos, los demás, la familia, es decir, la capacidad de creer aquello que somos, las potencialidades que llevamos y poseemos dentro, que los otros portan consigo, lo que Dios puede hacer y obrar por nosotros con su gracia transformadora, creadora, redentora.
Preguntémonos: ¿Soy capaz de ver con los ojos de la fe? ¿Tengo fe en las personas que me rodean?
Oremos: Ven Señor Jesús, aumenta mi fe vacilante e inquieta. Creo Señor, pero necesito de la gracia de tú Santo Espíritu para que mi vida sea conforme a tus dones y al designio de tu voluntad sobre mí. Amén.
Actuemos: En el camino de la vida, de las cegueras físicas y espirituales, es preciso tener la osadía que, caminando junto a Jesús nuestros ojos verán la luz de su gracia, de su misterio más allá de las apariencias, ¿creo que todo acontece según esta fe?
Profundicemos: Si la pregunta de Jesús hecha a los dos ciegos: ¿Creen que puedo hacerlo? fuese hecha hoy a nosotros ¿qué responderíamos? Haríamos la misma confesión de fe: “Sí, Señor”. Ver con los ojos de la fe lleva a ver más allá de las apariencias, de las luces que encandilan la mirada.
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