“Confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán” (Mc 1, 5)
El evangelio de este Segundo Domingo de Adviento, a través de la figura de Juan el Bautista, nos llama a la conversión. Juan era un hombre sencillo y austero que vivía en el desierto y se alimentaba de saltamontes. Tenía la misión de preparar el camino del mesías llamando a todos a enderezar los caminos y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Muchas personas de Judea y Jerusalén acudían a él para que los bautizara en el rio Jordán. Juan era consciente que después de él vendría el mesías, por eso, su misión se centraba en invitar a las personas a levantarse, ponerse en camino a través del bautismo con agua y el cambio de vida para recibirlo. Pidamos el Señor, que durante esta segunda semana de Adviento que hoy iniciamos, nos ayude a ser más conscientes de aquellas actitudes personales o realidades familiares que necesitamos cambiar para recibir a Jesús que quiere nacer con mayor fuerza en nuestro corazón. Así mismo, que nos conceda la resolución para para transformarlas.
Reflexionemos:
¿Por qué realidades personales o familiares queremos pedir perdón hoy a Dios?, ¿cómo podemos preparar mejor nuestro corazón para recibir a Jesús?
Oremos:
Danos, Señor, la capacidad de tomar conciencia de nuestra realidad de pecado y poner de nuestra parte para transformarla. Ayúdanos a purificar nuestro corazón de aquello que nos aparta de ti y del amor de nuestros seres queridos. Amén.
Recordemos:
El Adviento es una bella oportunidad para volver a Dios y confiarle nuestra vida.
Actuemos:
Pidamos perdón al Señor en este día por aquellas actitudes que nos separan de su amor.
Profundicemos:
La conversión requiere de momentos de silencio y reflexión para encontrarnos a solas con Dios, presentarle nuestra y pedir su perdón. Así mismo, acoger nuestra vida con todo aquello que es e iluminarla desde la Palabra (Ver libro: Reflexiones en el camino. Para armonizar tu vida ).