06 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“La Transfiguración del Señor”
(Lc 9, 28b-36)

La Transfiguración de Jesús en el monte Tabor es un momento especial que nos muestra su verdadera identidad divina. En medio de una luz brillante, sus discípulos Pedro, Juan y Santiago contemplan la gloria del Maestro. Este hermoso relato nos recuerda que Jesús es el centro de nuestra fe y nos invita a seguir nuestra misión con un corazón renovado. En Él se unen el pasado, el presente y el futuro de la Historia de la Salvación. Moisés y Elías, quienes en su tiempo solo pudieron intuir la presencia de Dios, ahora la contemplan plenamente en la persona de Jesús. Para quienes creemos en el Señor, este relato nos enseña que no llevamos un mensaje propio, sino el mensaje de Dios, que se hace vida en Cristo. La voz del cielo que declara: “Este es mi Hijo, el Elegido; escúchenlo”, nos anima a seguir sus enseñanzas con confianza y a compartir su amor con valentía. Así como los discípulos fueron testigos de esta Transfiguración, nosotros también estamos llamados a anunciar lo que hemos vivido en nuestra relación con Dios.

Reflexionemos:

¿Estoy realmente atento a la voz de Jesús en mi vida? ¿Soy testigo de lo que he visto y experimentado en mi relación con Dios.

Oremos:

Señor Jesús, te alabo por revelarme en la luz de la Transfiguración un destello de tu amor que ilumina mi fe. Gracias por el consuelo que me das, por recordarme que, aun en medio de las sombras, tu luz permanece fiel y radiante. Que tu luz me guíe y que en ella encuentre paz, fuerza y renovación. Amén.

Actuemos:

Este relato me llama a renovar mi relación con Dios, a escucharlo con más profundidad y a vivir con valentía mi vocación cristiana.

Recordemos:

En el relato de la Transfiguración, la voz del Padre es quien confirma que Jesucristo es su Hijo amado.

Profundicemos:

La Transfiguración nos impulsa a seguir adelante aquí en la tierra, aunque tengamos que sufrir, con la firme esperanza de que el Señor nos espera con su gloria. Que este acontecimiento sea un recordatorio de que nuestra vocación no es una tarea humana, sino una participación en el plan divino de Dios, iluminados por su gracia y su presencia.

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