6 de abril

 

“Mujer, ¿Por qué lloras?, ¿A quién buscas?” (Jn 20, 15)

 

La pasión y la muerte de Jesús fue un momento traumático y trascendental en la vida de la primera comunidad discipular que marcó para siempre vida y su experiencia de fe. Por eso, en el evangelio de este día, encontramos a María Magdalena llorando fuera del sepulcro tratando de comprender aquello que había acontecido con su maestro. En medio de su dolor y su llanto, dos ángeles le revelan que Jesús ya no está allí, y ella desesperada pregunta por su cuerpo. De repente, Jesús sale a su encuentro y le pregunta nuevamente la causa de su llanto: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Pero ella no lo reconoce hasta que él, la llama por su nombre. María trata de tocarlo, pero Jesús la invita a contar a los demás discípulos sobre su regreso al Padre. Gracias a la estrecha relación que tiene con Jesús, María pasa del dolor y del sufrimiento, a ser la primera discípula en ver al resucitado y en anunciarlo. Pidamos, al Señor, en este día que ante los sufrimientos que vivimos, podamos como María reconocer su presencia que nos reconforta, anima y envía a comunicar la vida nueva que nos da a través de su resurrección, especialmente entre los nuestros.

 

Reflexionemos:

¿Qué realidades de dolor y sufrimiento queremos colocar hoy en el corazón del Resucitado?, ¿cómo podemos ser signos de resurrección y de vida nueva para quienes están a nuestro lado?

 

Oremos:

Gracias, Señor, por salir a nuestro encuentro como María, para ayudarnos a reconocer que tú vives y estás en medio de nosotros. Gracias por acompañarnos en nuestros sufrimientos e invitarnos a hacer de ellos, signos de esperanza y de resurrección. Amén.

 

Recordemos:

El resucitado sale a nuestro encuentro para mostrarnos que su presencia nos acompaña e ilumina en las circunstancias difíciles de nuestra vida.

 

Actuemos:

Pongamos en manos de Cristo Resucitado los sufrimientos que nos afligen y pidámosle la gracia de superarlos con fe y valor.

 

Profundicemos:

El camino de la luz nos enseña a reconocer la presencia del Resucitado en medio de nosotros y nos invita a ser testigos de su resurrección (Libro: Vía Lucis. Meditaciones sobre la resurrección de Jesús).

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