“¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?”
(Lc 6, 9)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En nuestra vida muchas veces encontramos situaciones difíciles que nos ponen en confrontación con los demás, especialmente por nuestra manera de ser, actuar o pensar. Tal es el caso de Jesús en el evangelio de hoy, quien es puesto a prueba por los escribas y los fariseos, por ir en contra de las prescripciones religiosas del sábado. Pese a ello, Jesús aprovecha la oportunidad para mostrarles, que más allá de las tradiciones establecidas a nivel religioso, aquello que realmente prevalece en la relación que establecemos con Dios, es la vida y el bienestar de las personas. Por eso, conociendo muy bien, aquello que había en el corazón de quienes lo criticaban, tiene la osadía de curar al hombre con parálisis en el brazo y mostrarles que la mejor manera de honrar a Dios en el día consagrado a Él es haciendo el bien a nuestros hermanos.
Reflexionemos: ¿Hemos sido criticados como Jesús por la manera cómo vivimos nuestra fe?, ¿nuestra relación con Dios nos une a las necesidades de los demás?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a llevar cada día a nuestra experiencia de fe la vida y las necesidades de los demás. A honrar a Dios, no solo con nuestro corazón sino también con nuestras obras. Amén.
Recordemos: La mejor manera de honrar y amar a Dios, es a través de la solidaridad y el servicio que tengamos hacia los demás.
Actuemos: Ayudemos en este día a alguna persona que conozcamos y sepamos que necesita de nuestro consejo y compañía.
Profundicemos:
La vida de los santos nos enseña la importancia de vivir nuestra relación con Dios desde el amor y el servicio que podemos tener hacia quienes nos rodean (Libro: Santos de tenis y jeans).