
Abramos la reflexión con una pregunta ¿Cómo está tu relación con Jesús? Dependiendo de tu respuesta podrás ver también cómo son tus días, cómo asumes los retos constantes de tu vida. Se es cristiano a partir de una relación personal con Jesús, Hombre y Dios. Jesús nos recuerda que seguirlo no es un camino fácil ni superficial: requiere decisión, renuncia y entrega total. No se trata de abandonar a la familia o despreciar los bienes, sino de amar todo desde Él y con Él, poniendo a Dios en el primer lugar. Tomar la cruz significa asumir con valentía los desafíos y sufrimientos de la vida, confiando en que el Señor camina con nosotros. Este evangelio nos invita a revisar qué apegos, miedos o comodidades nos impiden seguir a Jesús con libertad y a comprometernos con un discipulado auténtico y generoso. Ser discípulo de Jesús es ponerlo en el centro, por encima de todo y de todos.
¿Qué cosas o apegos me cuesta dejar para seguir más de cerca a Jesús? ¿Cómo puedo cargar mi cruz cada día con amor y confianza en el Señor?
Jesús Maestro, enséñame a seguirte sin reservas ni condiciones. Dame la fuerza para cargar mi cruz con amor y esperanza. Que mi vida sea una respuesta generosa a tu llamado. Señor, ayúdame a vivir con desprendimiento y amor. Haz que cada día elija seguirte con decisión y fidelidad. Amén.


