«Yo soy la Verdad, el Camino, y la Vida»
(Jn 14, 6-14)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio de Juan es una revelación progresiva de la divinidad de Jesús: Yo soy el Buen Pastor, Yo soy la luz; Yo soy la vid, Yo soy el pan de vida. Estas autodefiniciones de Jesús nos dejan ver la obra que él realizó a favor nuestro. Pero cuando dijo: “Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida, nos reveló todo su misterio.
En Jesús resplandece la luz de Dios, por eso, Él es la Verdad. Con su manera divina de vivir nos traza el camino para llegar a Dios: Él es el Camino. Y entregando su vida por amor a nosotros en la cruz, nos comunicó el Espíritu Santo que nos hace partícipes de Su vida divina: ¡Él es la Vida!
Por ello, conocer a Jesús es conocer a Dios. Siguiendo sus pasos, vamos seguros hacia el Padre. Y amándolo con todo el corazón, permanecemos unidos a Él y aprendemos a amar como Él. O mejor aún, Jesús vive en nosotros y se manifiesta a través de nosotros. ¿No es hermoso?
Reflexionemos: Si Jesús es la Verdad, ¿me intereso por conocerlo cada día mejor? Si Él es el Camino seguro para vivir como Dios quiere, ¿tomo con Él mis decisiones para hacer lo que Él haría? Si Él es la Vida, ¿Deseo amarlo con todo el corazón y amar a los otros como soy amado por Él? Señor dame la gracia de conocerte, seguirte y amarte con todo mi ser!
Oremos:
Oh Jesús, Camino, Verdad y Vida, queremos conocerte, seguirte y amarte con todas nuestras fuerzas. Llena de ti nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón, para que resplandezcan en nuestra vida tu presencia y tu amor. Amén.