
En Jesús encontramos el cumplimiento de la nueva Alianza, ya que en Él se nos comunica la plenitud del amor de Dios Padre para toda la humanidad. Mateo da continuidad a su relato del banquete, en el que muchos comensales están atentos a los signos externos, o mejor a lo que sucede a su alrededor, para criticar y se pierden de disfrutar de la presencia del Maestro. Es el caso de los discípulos de Juan que se acercan para preguntarle: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?” Es una actitud de hipocresía, porque se quedan en el cumplimiento de prácticas rituales, pero no van al fondo de aquello que significa realmente el ayuno; siendo éste un signo que nos ayuda a preparar el corazón para acoger la presencia del Señor. Y Jesús les dijo: “¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? En esta metáfora de la boda, Jesús nos acerca al banquete eucarístico, donde Dios se sienta a la mesa con sus hijos comunicándonos la alegría de la salvación.
“Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor”. Es importante que en la cotidianidad de nuestra vida saquemos un momento durante la jornada para realizar nuestro examen de conciencia, revisar si nuestras acciones corresponden al anhelo profundo de nuestro corazón y preguntarnos: ¿Cómo estoy? ¿Cómo percibí en este día la presencia de Dios?
Señor Jesús, tú que conoces mi corazón, concédeme el don de tu divino Espíritu, para saborear la vida y acoger serenamente todo cuanto de ti proviene. Amén.
Hoy seré más libre, sin fijarme ni quedarme en comentarios superficiales, y me empeñaré en un camino de vida interior.
“Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”.
“El que ayuna como debe, se humilla en el gemido de las oraciones, o en la mortificación de su cuerpo, o se aleja de los atractivos de la carne con el placer de la sabiduría espiritual”. (Alfertson Cedano)


