“Echó al demonio, y el mudo habló”
(Mt 9, 33)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En nuestra vida pasamos por diferentes circunstancias que no nos permiten expresar aquello que queremos o sentimos, y nos llevan a encerrarnos en nosotros mismos. Tal es el caso del endemoniado mudo del evangelio de hoy, a quien Jesús mira con compasión y sana del mal que le impide hablar. Así mismo, Jesús en su camino de predicación encuentra otras muchas personas que necesitan no solo de una sanación física sino también espiritual: “Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor”. Pidamos al Señor, en este día la gracia de aprender a reconocer los temores y todas aquellas realidades personales que nos impiden expresar nuestros verdaderos sentimientos, para que al igual que el mudo del evangelio, podamos experimentar la liberación que Jesús quiere ofrecernos.
Reflexionemos: ¿Qué realidades nos enmudecen y nos impiden expresar nuestros sentimientos?, ¿nos compadecemos de los sufrimientos de los demás como Jesús?
Oremos: Sánanos, Señor, de todo aquello que nos impide expresar nuestros verdaderos sentimientos y sufrimientos. Que de tu mano, aprendamos a ser personas libres y felices. Amén.
Recordemos: Jesús con su Palabra nos enseña a ser personas libres, fraternas y abiertas a las necesidades de los demás.
Actuemos: Confiemos al Señor, en este día, todas aquellas realidades que nos enmudecen y nos encierran en nosotros mismos.
Profundicemos:
Como seres humanos experimentamos temores que no nos dejan ser libres ni expresar aquello que realmente sentimos. Trabajarlos, puede ser el comienzo de un valioso camino de liberación interior (Libro: Quiero y puedo controlar mis miedos).