04 de noviembre

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 5-16a

Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros. Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto. Que el amor de ustedes no sea fingido; aborreciendo lo malo, apéguense a lo bueno. Ámense cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no sean negligentes; en el espíritu, manténganse fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la esperanza los tenga alegres; manténganse firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración; compartan las necesidades de los santos; practiquen la hospitalidad. Bendigan a los que los persiguen; bendigan, sí, no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Tengan la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndose al nivel de la gente humilde. No se tengan por sabios.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial 131, 1-3

R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad / R.
Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre; como un niño saciado así está mi alma dentro de mí / R.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre / R.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 11, 28)

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados –dice el Señor–, y yo los aliviaré.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 15-24

“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa”

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: “¡Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!”. Jesús le contestó: “Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados: ‘Vengan, que ya está preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor’. Otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor’. Otro dijo: ‘Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir’. El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado: ‘Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. El criado dijo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio’. Entonces el señor dijo al criado: ‘Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa. Y les digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete’”.

S: Palabra de Dios

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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