“Hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y no me conoces, Felipe?” (Jn 14, 9)
Compartir mucho tiempo con las mismas personas puede llevarnos a la monotonía, la costumbre, el cansancio y a perder el interés por conocer más sobre ellas. Esta es tal vez la situación que vive Felipe, quien a pesar de llevar buen tiempo siguiendo a su maestro, no logra reconocer su verdadera identidad. Así mismo puede pasar en nuestra vida de fe cuando no vivimos un encuentro íntimo, personal y comunitario con la persona de Jesús. Podemos caer en la rutina, la práctica de rituales sin sentido, la repetición de oraciones formuladas que no le aportan ninguna luz ni novedad a la realidad que vivimos. Pidamos al Señor que en este tiempo de Pascua podamos abrir más nuestro corazón a un verdadero encuentro con él, a través de los momentos de oración personal y familiar que podamos propiciar, la lectura diaria del Evangelio, la Eucaristía televisada y las noticias que seguimos a diario por televisión o las diferentes redes sociales.
Reflexionemos:
¿Qué espacios de nuestra jornada reservamos para encontrarnos a solas con el Señor?, ¿Cómo podemos propiciar mayores espacios de encuentro y oración familiar?
Oremos:
Ayúdanos, Señor a interesarnos por conocerte cada día más, a reconocer tu rostro y tú amor providente en las diferentes realidades que vivimos. No permitas, que la rutina o el desánimo hacia nuestras prácticas espirituales, nos lleven a perdernos de la novedad que cada día nos comunicas en tu Palabra. Amén.
Recordemos:
Solo llegamos amar a Dios cuando realmente nos damos la oportunidad de conocerlo.
Actuemos:
Reservemos un espacio de nuestra jornada para encontrarnos y orar en familia.
Profundicemos:
La lectura cotidiana de la Palabra de Dios en familia es un medio eficaz para conocer más de cerca la persona de Jesús y llevar así, sus enseñanzas a nuestra vida. Relatos del Evangelio que iluminan la vida te ayudará a conocer, amar y vivir la Palabra de Dios cada día. (Libro: Relatos del Evangelio que iluminan la vida)