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4 de Junio

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9

Subió Moisés de madrugada al monte Sinaí, según le había ordenado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de la Ley que había labrado. Y el Señor bajó en la nube y se colocó a su lado; y Moisés lo invocó por su nombre. Pasó, pues, el Señor ante Moisés proclamando: “¡El Señor, el Señor! Dios compasivo y clemente, de infinita paciencia, rico en misericordia y fidelidad”. Moisés al instante se postró para adorarlo y dijo: “Ya que he obtenido tu favor, Señor, dígnate seguir caminando en medio de nosotros. Es verdad que somos un pueblo muy testarudo, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y acéptanos como tu heredad”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial Dn 3, 52-56

R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso / R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria / R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino / R.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos / R.

Bendito eres en la bóveda del cielo / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Segunda Carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13

Hermanos: Estén alegres, vuelvan al orden, tengan ánimo, vivan en armonía y paz, y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso fraternal. Los saludan todos los fieles. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos  ustedes.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Ap 1, 8)

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que ha sido, y que ha de venir.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18

“Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por medio de Él”

Estando en Jerusalén, dijo Jesús a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna y nadie perezca. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve por medio de Él. El que cree en Él, no se condena, pero el que no cree, ya está condenado, por no confesar el nombre del Hijo único de Dios”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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