“La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo” (Mc 12, 37)
El rey David fue uno de los líderes políticos y religiosos más influyentes en la historia del pueblo de Israel. Hoy Jesús, lo menciona en sus enseñanzas en el Templo, para mostrar que el Mesías, si bien procede de su descendencia, es mucho más importante que él: “Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?”. Con sus enseñanzas, Jesús quiere dejar claro, que el Mesías es el único ser humano que tiene vinculación directa con Dios, por lo que David también lo reconoce como su Señor. Pidamos al Señor en este día, que nos conceda la gracia de reconocerlo como el único Señor de nuestra vida y nuestra historia; como aquel que a través de sus enseñanzas nos permite reconocer el rostro amoroso, misericordioso y paterno de Dios. Qué unidos a él, podamos recorrer su mismo camino de amor, confianza y servicio a los demás.
Reflexionemos:
¿Reconocemos a Jesús como Señor de nuestra vida y nuestra historia?, ¿cómo podemos poner mucho más en práctica sus enseñanzas?
Oremos:
Enséñanos, Jesús, a reconocerte como el Señor de nuestra historia. Como aquel que con su vida y sus enseñanzas, nos revela el rostro amoroso y bondadoso del Padre y el camino para llegar a él. Amén.
Recordemos:
Jesús es el Mesías que nos comunica con su vida a Dios.
Actuemos:
Pidamos a Jesús en la oración de esta jornada, la gracia de reconocerlo como el único Señor que da sentido a nuestra vida.
Profundicemos:
Jesús nos revela con su vida y sus enseñanzas en rostro paterno y amoroso de Dios. Él es el Mesías en el que acontece el plan de salvación de Dios (Libro: La imitación de Cristo).