4 de Julio

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Amós 7, 10-17

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel: “Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país no puede ya soportar sus palabras. Esto es lo que dice Amós: Jeroboán morirá a espada, e Israel será deportado de su tierra”. Y Amasías dijo a Amós: “Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino”. Pero Amós respondió a Amasías: “Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicómoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: ‘Ve, profetiza a mi pueblo Israel’. Pues bien, escucha la Palabra del Señor: Tú me dices: ‘No profetices sobre Israel y no vaticines contra la casa de Isaac’. Por eso, esto dice el Señor: ‘Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán por la espada, tu tierra será repartida a cordel, tu morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra’”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 18, 8-11

R. Los mandamientos del  Señor son verdaderos y  enteramente justos.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes / R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos / R.
El temor del Señor es puro y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos / R.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila / R.

Aclamación antes del Evangelio (2 Co 5, 19ac)

“Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8

La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico. “¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados”. Algunos de los escribas se dijeron: “Este blasfema”. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: “¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y echa a andar?’. Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –entonces dice al paralítico–: ‘Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa’”. Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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