
El evangelio de hoy parece continuidad del evangelio en el que un fariseo cuestiona a Jesús por curar en sábado. Recordemos que son 3 los milagros relacionados con el día sábado. Y llama la atención que ahora es un hombre enfermo de hidropesía, una enfermedad que se produce por la retención de líquidos. El texto dice que los fariseos se quedaron callados y Jesús respondió tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Para Jesús el Reino y su banquete empiezan con el don de curación y el perdón a los enfermos y oprimidos. La plenitud de Dios no viene sobre el mundo a través de una observancia rigurosa de los ritos, es ante todo, amor que crea y solo donde existe la fuerza creadora de un amor que ayuda a los perdidos, se despunta el Reino. Después de que Jesús curó la enfermo hizo esta comparación: “A quien de ustedes se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día sábado, si se ayuda al animal que está peligro de morir, ¿por qué no se puede ayudar a un hombre enfermo?”. Aquí hay algo que ha quedado claro para Jesús, todo lo que signifique ayuda verdadera para los demás es bueno. Jesús toca hoy nuestra vida independientemente de las situaciones, personas, lugares o tiempos que dedicamos a favor de las personas.
Para hacer el bien a todos, dejémonos iluminar por la exhortación apostólica Evangeli Gaudium: “El cuidado es la primera necesidad de la vida humana, la necesidad primaria de recibir cuidado y dar cuidado une a todo ser humano. Todos somos frágiles y vulnerables necesitados de algo que solo el otro puede dar. Necesitados de protección y de alimento para el cuerpo y el alma. Y precisamente esta necesidad se revela en la fragilidad de la condición humana. Tomarse la vida en serio significa asumir la responsabilidad de contribuir con gestos y con palabras en la construcción de una buena calidad de vida para todos. Referencia esencial de la práctica del cuidado, es la búsqueda de lo que hace bien, es hacer florecer las potencialidades en que se realiza la humanidad del ser para repararla en los momentos difíciles cuando el dolor del cuerpo y del alma hace difícil nuestro camino” (EG 216).
Jesús Maestro, gracias porque siento tu mano que toca mi enfermedad física, moral, espiritual y psicológica. Me levantas cada vez que caigo. Sabes que mi esperanza es frágil y que no siempre mi camino de fe es valiente. Hazme fiel y perseverante, y perdona cuando no sé reconocer los signos de tu amor. Dame una mirada agradecida y contemplativa de mi vida y de quienes me rodean. Amén.
Hoy crea una actividad para hacer el bien a una persona o grupo.
“Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor, y yo las conozco y ellas me siguen”.


