31 de Marzo

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Oía yo a la gente difamar y sembrar el pavor en torno mío. “Denúncienlo –decían–, vamos a acusarlo”.  Me acechaban todos mis amigos, para ver si daba un paso en falso. “A ver si lo convencemos y lo dominamos, y nos vengamos de él”. Pero conmigo está el Señor, indomable guerrero. Los que me persiguen serán quienes tropiecen y fracasen. Sentirán la confusión de su fracaso, los cubrirá la ignominia que no desaparece ni se olvida. Señor Omnipotente, que disciernes lo justo y conoces la intimidad del corazón, yo he de ver cómo me haces justicia, pues a ti encomendé mi causa. Así pues, canten al Señor, entonen su alabanza, porque Él libra al desvalido de las garras del malvado.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 17, 2-7

R. En el peligro invoqué al Señor, y Él me escuchó.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador / R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos / R.

Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo; me alcanzaban los lazos de la muerte / R.

 En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo Él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Jn 6, 63c. 68c)

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. ¡Tú tienes palabras de vida eterna!

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42

Trataron de apoderarse de Jesús, pero se les escapó de las manos

Al oír lo que Jesús decía en el atrio del templo, los judíos agarraron piedras otra vez para apedrearlo. Jesús les dijo: “Muchas obras buenas he hecho entre ustedes por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me van a apedrear?”. Los judíos le respondieron: “No vamos a apedrearte por ninguna obra buena, sino porque has dicho una blasfemia, pues siendo hombre te haces Dios”. Jesús les respondió: “En su Ley está escrito: ‘Yo declaro que son dioses’. Es decir, que Dios llamó ‘dioses’ a aquellos a quienes dirigía esas palabras, y lo que dice la Escritura no se puede negar. ¿Por qué, entonces, me acusan de blasfemia por haber dicho que soy Hijo de Dios, siendo así que el Padre me santificó y me envió al mundo? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero como las hago, si no me creen a mí, crean a las obras. Así llegarán a convencerse de que el Padre vive en mí y yo vivo en el Padre”. Una vez más trataron de apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había estado Juan bautizando, y allí se quedó. Muchos fueron a donde Él y decían: “Es cierto que Juan el Bautista no hizo ningún milagro, pero todo lo que dijo él de Jesús era verdad”. Y muchos allá creyeron en Jesús.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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