30 de septiembre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Tomó la decisión de ir a Jerusalén”
(Lc 9, 51-56)

Celebramos hoy a san Jerónimo, uno de los padres de la Iglesia. Se le considera patrono de los traductores, bibliotecarios y estudiosos de la Biblia. Fue un importante teólogo, traductor y Padre de la Iglesia que vivió entre los siglos IV y V. Es famoso por traducir la Biblia al latín, creando la Vulgata, la versión oficial de la Biblia para la Iglesia Católica. San Jerónimo decía: “Ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo”; con estas y otras palabras, la Iglesia no deja de animarnos a todos a una lectura asidua y orante de los evangelios. El evangelio presenta a Jesús junto a sus discípulos en camino a Jerusalén. Él sabe del peligro, pero nada le detiene. Su vida tiene un objetivo anunciar y promover el Reino de Dios. Vemos como los samaritanos lo rechazan, lo mismo que vivió en su pueblo de Nazaret. Los discípulos Santiago y Juan toman una actitud violenta: “¿Quieres que mandemos fuego del cielo para que los consuma”? Jesús inmediatamente los corrige, les recuerda que su Reino no se impone con la fuerza, sino que se ofrece con amor. La reacción de Jesús es signo del realismo en la misión. Jesús no llamó a los discípulos a seguirlo en un desfile glorioso, sino a una misión que implica un conflicto con la mentalidad y acciones de este mundo, un conflicto que muchas veces implica el rechazo y la hostilidad. Un signo del realismo evangélico en la misión es la capacidad de tolerancia a la frustración de no ser acogidos o rechazados. Hoy el Señor nos invita a ser decididos en nuestra fe, pero también a ser misericordiosos con quienes no nos comprenden y nos rechazan. Porque la firmeza del seguimiento de Cristo no se mide por la fuerza, sino por la capacidad de amar aunque no seamos bien recibidos.

Reflexionemos:

¿A qué Jerusalén me está llamando Dios hoy, un cambio, un perdón, una misión una entrega?

Oremos:

Señor, Jesús, asísteme con tu gracia para que pueda crear unidad en lugar de divisiones. Transforma mi debilidad en fuerza de amor. Amén.

Actuemos:

¿Cómo respondemos a la invitación de Jesús a seguirlo cada día? ¿Qué excusas o necesidades ponemos por delante?

Recordemos:

“Tomó la decisión de ir a Jerusalén”, ¿Qué nos quiere decir el Señor?.

Profundicemos:

Jesús se dirige hacia Jerusalén, y envía a sus discípulos a prepararle el camino en un pueblo samaritano, pero son rechazados. Jesús habla sobre los riesgos y peligros que implica su seguimiento.

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