“Estén preparados”
(Mt 24, 42-51)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús hoy nos llama a estar preparados y vigilantes para el día del encuentro definitivo con Dios. Cada segundo de nuestra existencia es un tiempo precioso y una oportunidad para encaminarnos a la eternidad. “Estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor”. Esto no quiere decir que ya nos vayamos a morir o que está cerca el fin del mundo, sino que debemos celebrar y acoger con gratitud cada amanecer, entregar nuestro descanso con un corazón sereno, en paz, sin temores, ni angustias, sino satisfecho de todo el bien sembrado a lo largo de la jornada.
Que la bienaventuranza de quien acoje la Palabra y vive guiado por ella, nos abra a la esperanza de soñar, de trabajar con responsabilidad y empeño por sembrar el Reino de Dios en el aquí y el ahora, ya que éste es el tiempo que tenemos para preparar nuestra entrada al gozoso momento del banquete eterno.
Preguntémonos: No somos dueños de nada. La vida con todos los talentos que poseemos nos son dados por el Señor para ser administrados en el tiempo que transcurre nuestra existencia por esta tierra, por eso, es importante sacar el mayor provecho a cada instante. También ser agradecidos con Dios por darnos los medios para alcanzar el gozo y la felicidad que deseamos. Preguntémonos: ¿tengo presente cada día que este es el momento para construir mi cielo?
Oremos: Señor, concédeme sabiduría para vivir día a día confiando en tu amor y entregar lo mejor de mí, para disfrutar mañana de tu presencia eterna. Amén.
Actuemos: Vivir cada instante con un corazón agradecido.
Recordemos: “¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así”.
Profundicemos: Cada día es un regalo para vivir con un corazon abierto al don de Dios y siendo comunicadores de esperanza.
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