
Contemplemos la escena en la que Jesús es invitado por un fariseo, y en la que aun en este ambiente sigue mostrándonos el camino de la verdadera vida. Jesús nos invita a vivir un amor generoso y desinteresado, que no busque recompensa humana sino la alegría de servir. Amar a quienes no pueden devolvernos nada es amar como Dios ama: gratuitamente y sin condiciones. Este texto nos confronta con nuestras intenciones y nos impulsa a abrir el corazón y los espacios de nuestra vida a quienes son olvidados o descartados. Allí, en los pobres, en los débiles y en los necesitados, encontramos el verdadero rostro de Cristo y la promesa de una recompensa eterna. Tú cómo atiendes a Jesús en tu vida diaria. El verdadero amor es generoso, gratuito y busca el bien del otro sin esperar nada a cambio.
¿A quiénes estoy llamado hoy a invitar y acoger sin esperar nada a cambio? ¿Qué cambios puedo hacer en mi vida para vivir un amor más generoso y desinteresado?
Señor Jesús, enséñame a amar sin condiciones, como tú lo haces. Haz que vea tu rostro en los pobres y necesitados. Que mi vida sea un banquete de generosidad y servicio. Señor, ayúdame a abrir mis puertas y mi corazón a quienes más lo necesitan. Hazme instrumento de tu amor para los más pobres y olvidados. Amén.


