28 de Noviembre

“Señor, no soy digno de que entres a mi casa”

(Mt 8, 8)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Adviento es un tiempo para afianzar mucho más nuestra fe en Dios y reconocer todo aquello que Él puede obrar nuestra vida. Tal como lo hace el centurión romano en el evangelio de este día que superando las diferencias culturales de su tiempo, busca a Jesús para rogarle que sane a su siervo: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralizado y tiene muchos dolores”. Pero al sentirse indigno de la presencia de Jesús en su casa, le pide que lo sane a distancia pues confía plenamente en su Palabra: “Basta que lo mandes de palabra y mi criado quedará sano”. Quizás como el centurión romano nos sentimos indignos de recibir a Jesús en nuestra casa. Aprovechemos esta jornada para confiarle los temores, los problemas, las prevenciones o las dificultades que nos impiden acogerlo como quisiéramos y pidámosle la gracia que en este tiempo de Adviento podamos confiar más en él, así como el centurión romano.

 

Reflexionemos: ¿Qué nos impide acoger hoy a Jesús en nuestra casa?, ¿cómo podemos acrecentar nuestra fe en Jesús en este tiempo de Adviento?

 

Oremos: Abre, Señor, nuestro corazón, cada día más a tu presencia. Que en este Adviento podamos recibirte y darte el primer lugar en nuestro corazón. Amén. 

 

Recordemos: El Adviento es un tiempo para experimentar con mayor fuerza en nuestra vida el amor y la misericordia de Dios.

 

Actuemos: Revisemos en esta jornada cuáles son las actitudes personales o familiares que nos impiden acoger a Dios en nuestra vida.

 

Profundicemos: El Adviento nos ayuda a unir nuestra vida mucho más a Dios y a nuestros hermanos (Libro: Adviento. Preparándonos para la Navidad).

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