29 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
(Mc 6, 17-29)

El pasaje del Evangelio de hoy nos sumerge en la cruda realidad del martirio de Juan el Bautista, un evento que, más allá de su dramatismo histórico, resuena poderosamente con los desafíos morales de nuestro tiempo. Juan el Bautista es, ante todo, un profeta de la verdad. Su martirio no es un accidente, sino la consecuencia directa de su inquebrantable compromiso con la ley de Dios. Él no teme señalar el pecado, incluso cuando este se encuentra en las más altas esferas de poder. Su denuncia pública del matrimonio ilícito de Herodes con Herodías es el detonante de su encarcelamiento y eventual ejecución. Este acto de valentía nos recuerda que ser testigo de la verdad moral no siempre es cómodo ni bien recibido; a menudo implica confrontación y riesgo. Hoy, vivimos en un mundo donde el relativismo de la verdad moral parece ser la norma. Se nos dice que "cada quien tiene su verdad", que no hay absolutos morales y que toda opinión es igualmente válida, sin importar su fundamento. En este contexto, la figura de Juan el Bautista se alza como un faro de integridad. Que Dios nos conceda la gracia de ser testigos valientes de la verdad moral, siguiendo el ejemplo de Juan el Bautista. Que nuestra fe no sea muda ante el relativismo, sino una luz que disipe las sombras de la confusión y el error. Que, con humildad y firmeza, podamos defender aquello que es justo y verdadero, confiando en que la Verdad es Cristo mismo, y que Él nos acompaña en este camino.

Reflexionemos:

La vida de san Juan Bautista nos plantea la pregunta fundamental: ¿Estamos dispuestos a defender la verdad, incluso cuando va en contra de la corriente dominante, también, si cuando tenemos que denunciar nos trae consecuencias personales?

Oremos:

Jesús Maestro, hoy recordamos a Juan el Bautista, cuya vida y muerte fueron el culmen de un testimonio inquebrantable. Te pedimos que su valentía nos inspire a ser testigos fieles de tu verdad, aun cuando implique un gran sacrificio. Que nuestras acciones y nuestra forma de vivir la fe hablen más fuerte que mil palabras, mostrando al mundo el poder transformador de tu amor. Amén.

Actuemos:

Cuando veamos una injusticia, una mentira o una situación que contradice los valores del Evangelio, no nos quedemos callados.

Recordemos:

La denuncia no es un juicio condenatorio, sino un llamado a la conversión y a la justicia. Implica discernimiento para saber cuándo y cómo alzar la voz, siempre desde el amor, pero con la firmeza de quien proclama la verdad de Dios.

Profundicemos:

Frente al relativismo moral, se requiere discernimiento para saber cuándo y cómo hablar, pero no nos exime de la responsabilidad de hacerlo.

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