29 de agosto

“Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista”

(Mc 6, 17-29)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Hoy como Iglesia conmemoramos el martirio de san Juan el Bautista, quien por su vida y misión, es considerado como el último de los profetas del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo Testamento.

El evangelio de Marcos hace una detallada descripción del martirio de Juan Bautista, quien  fue víctima de la prepotencia y de la corrupción del rey Herodes. Nos deja ver su crueldad y la manera como calló la voz del profeta que denunciaba y rechazaba su adulterio.

Las palabras de Juan eran incómodas para Herodías, la mujer de Herodes, al punto de odiarlo y de buscar la ocasión propicia para quitarlo de en medio. Palabras que también eran incómodas para el rey Herodes quien teme perder su prestigio ante sus invitados y termina absurdamente con la vida del profeta.

 

Preguntémonos: ¿Hasta qué punto me dejo influenciar por los demás en mis decisiones? ¿Soy capaz de defender lo correcto y denunciar lo incorrecto? ¿Hoy, cómo podría ser profeta, donde hay tanta corrupción? Piamos al Señor la fuerza y la valentía se ser testigos de la fe que profesamos.

 

Reflexionemos: “La vida de Juan Bautista nos enseña que cuando nuestra existencia se fundamenta en la oración y en una relación constante con Dios, se adquiere la valentía de permitir que Cristo oriente nuestros pensamientos y nuestras acciones». (Benedicto XVI)

 

Oremos: Señor, no permitas que nuestros corazones se alejen de ti, a pesar de las tentaciones y las tribulaciones que podamos pasar. Permite que fijemos siempre nuestra mirada y alcancemos la salvación por medio tuyo. Amén.

 

Actuemos: Busquemos tener hoy algún gesto de testimonio.

 

Recordemos: La vida y la misión de Juan el Bautista, nos deja un ejemplo de valentía, de resistencia y de fe que nace de la convicción de asumir el proyecto de Dios y los valores del Reino.

 

Profundicemos: En el evangelio de Lucas se lee: “Seréis entregados por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos y matarán a algunos de vosotros. Todos os odiarían por causa de mi nombre” (Lc 21,16); y en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos lo siguiente: “El mártir es aquel que da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, el cual está unido por la caridad” (C.I.C. N° 2376).

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