“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mc 7, 6)
Muchas veces en nuestro contexto popular, solemos escuchar que nuestra boca habla de aquello que está lleno el corazón. Y es precisamente esta enseñanza la que Jesús en el evangelio de este día, nos comunica a través de la crítica que hace al apego exagerado que los fariseos y los judíos en general, tienen hacia las tradiciones de la pureza: “Ustedes dejan de cumplir lo que Dios ha mandado, por aferrarse a una tradición inventada por los hombres”. Apego que hace que se queden en acciones superficiales y pierdan de vista, aquello que realmente da culto a Dios y los hace impuros ante él: “Es lo que procede de su interior lo que hace impuro al hombre. Porque dentro, en su propio corazón, concibe él el propósito de hacer cosas malas como inmoralidad sexual, robos, asesinatos, adulterios, ambiciones, maldades, engaño, desenfreno, envidia, difamación, orgullo e insensatez”. Pidamos al Señor, en este día, la capacidad de mirar nuestro interior y reconocer cuáles son aquellas actitudes negativas que nos separan de él y no nos dejan honrarlo como quisiéramos. Así mismo, aprender a transformarlas desde sus enseñanzas.
Reflexionemos:
¿Qué llamado nos hace el evangelio de hoy?, ¿cómo podemos alimentar mejor nuestro corazón con las enseñanzas del Evangelio?
Oremos:
Enséñanos, Señor, alimentar cada día nuestra mente y nuestro corazón con tu Palabra. A transformar a partir de ella, las actitudes negativas que nos esclavizan y no nos dejan darnos gratuitamente a los demás. Amén.
Recordemos:
Lo mejor que podemos dar y comunicar a los demás, es la Palabra que Jesús nos revela en sus enseñanzas.
Actuemos:
Revisemos en esta jornada nuestro corazón y miremos que sentimientos, pensamientos y acciones brotan de él.
Profundicemos:
En nuestro corazón se gesta no solo los sentimientos sino también los deseos que mueven nuestras acciones (Libro: Un corazón libre para una nueva espiritualidad).