28 de octubre

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles”
(Lc 6, 12-19)

En el evangelio de hoy se nos muestra a un Jesús que sube a la montaña a orar toda la noche antes de escoger a los doce apóstoles. Muchas personas iban a oír a Jesús y a que los curara de todas las enfermedades. Ellos trataban de tocarlo, ya que salía de él una fuerza que los curaba a todos. La altura es lugar tradicional del encuentro, y la noche es tiempo de revelación, de silencio, de apertura al misterio. En la elección de los apóstoles y el ministerio de Jesús, vemos que estas dos escenas se entrelazan mutuamente. La oración que comunica a los apóstoles que se encargarán después de ir y acompañarlo más de cerca en su predicación y en sus acciones. Notemos que cuando Jesús baja a la llanura se encuentra rodeado de los apóstoles, los discípulos y finalmente la multitud de personas. Y es aquí como Jesús puede tocar nuestra vida de diferentes maneras: Sintiendo su llamado a una misión concreta, a seguirlo más de cerca y a experimentar su fuerza sanadora. En la elección de los apóstoles se haya un misterio, ser elegido, sentirse llamado por Jesús a estar con Él siempre, a orar como Él, a aprender de Él, que es el Maestro, el Camino la Verdad y la Vida.

Reflexionemos:

La Iglesia tiene la gran misión de consolar y atender a las familias de los enfermos que en el nombre de Jesús consuela y atiende a sus miembros. Un enfermo en una familia genera cambios en la vida diaria, se toman decisiones frente a nuevas situaciones, pone a prueba los valores familiares y la solidaridad de todos. La familia del enfermo necesita apoyo y ayuda. Jesús no pasa de largo, siempre está presente para reconfortar, infundir esperanza y consuelo en estos momentos difíciles. Escuchar es ante todo una actitud, es tal vez, uno de los aspectos más importantes cuando estamos ante la presencia de los enfermos. Por eso, es muy importante comprenderlos con sus sufrimientos, sus deseos y sus esperanzas sin juzgarlos. Escuchar es ayudarles a tener confianza en sí mismos. Es prestar atención a sus lágrimas, sus tristezas, sus sonrisas. Estar abiertos a escuchar sus rebeldías y tinieblas, pero sobre todo, escuchar la belleza de su corazón. Muchos son los enfermos que nos evangelizan porque se convierten en testigos, nos ayudan a ser realistas, viven bajo la prueba, se enfrentan a la limitación, al dolor y la soledad interior, nos dan la oportunidad de dar sin esperar nada a cambio; son una lección para relativizar situaciones, nos ayudan a ser sensibles ante la necesidad del otro y nos permite practicar el amor sin medida.

Oremos:

Jesús Maestro, nada es imposible para ti. Hoy llenos de fe, elevamos esta oración para pedirte el don de la salud física, mental y espiritual de todos aquellos que necesitan tu sanación. Pasa con tus manos sanadoras, acompáñalos en los momentos de sufrimiento en sus terapias y procedimientos. Da a los cuidadores la palabra oportuna, perseverancia y mucho amor. Gracias por todas las personas que los ayudan. Amén.

Actuemos:

Hoy haz una oración por las vocaciones religiosas y sacerdotales; además visita un enfermo y ora con él.

Recordemos:

“Tu Palabra, Señor, es verdad; santifícanos en la verdad”.

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