“Vengo enviado por el Dios veraz”
(Jn 8, 26)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En la recta final de este tiempo de Cuaresma el evangelio nos lleva a reafirmar mucho más la estrecha unidad que vive Jesús con el Padre, y que fue poco comprendida por las autoridades religiosas de su tiempo: “Ellos, sin embargo, no entendieron que para Él Dios era su Padre”. Unidad que valida su misión como el enviado de Dios que viene al mundo para transmitir sus enseñanzas y actuar en su nombre: “No hago nada por mi propia cuenta, sino que digo lo que me enseñó mi Padre”. Pidamos al Señor, en este día, que nos ayude abrir cada vez más nuestro corazón al amor de Dios Padre y desear vivir todo cuanto somos, tenemos y buscamos en su nombre: “El que me envió está conmigo, y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada”.
Reflexionemos: ¿Experimentamos en nuestra vida la presencia de Dios como Padre?, ¿Cómo podemos unir nuestra vida mucho más a él?
Oremos: Gracias, Señor, por mostrarnos con tu ternura y tu compasión el rostro amoroso de Dios Padre. Ayúdanos a unir mucho más nuestra vida y acoger sus enseñanzas. Amén.
Recordemos: Jesús nos enseña con sus acciones y sus enseñanzas la manera concreta de unir nuestra vida mucho más a Dios.
Actuemos: Aprovechemos esta jornada para revisar nuestra vida y preguntarnos cómo podemos unir nuestra vida mucho más a Dios.
Profundicemos: Unir nuestra vida más a Dios como Padre y acoger su voluntad nos exige de manera especial escucharlo cada día en la oración (Libro: Cuando rezamos, decimos: Padre Nuestro).