28 de Junio

“Si quieres, puedes limpiarme”

(Mt 8, 1-4)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Las curaciones de Jesús son un acto salvífico porque rehabilitan a la persona en su integridad, incluyendo sus relaciones sociales. Lo vemos con claridad en el Evangelio de hoy en el caso del leproso. La lepra prácticamente convertía a quienes la padecían en cadáveres andantes. Por eso, su eventual curación era como si un muerto volviera a la vida. La diagnosticaban los sacerdotes y solo ellos podían verificar su curación. Comprobado el contagio, queda- ban excluidos de todo contacto social, y eran obligados a vivir a la intemperie fuera de los poblados. Nadie podía acercárseles y, me- nos aún, tocarlos porque contagiaban su impureza. Si se curaban, quedaban libres de todas estas maldiciones, pero los sacerdotes tenían que autorizar su readmisión en la vida social.

Tomado de: La Palabra, Pan de vida. Comentario al Evangelio diario 2024, Paulinas – Comentarios: Raúl Enrique Castro Chambi, S.J. y Carlos Cardó, S.J.

 

Preguntémonos: ¿Cómo es mi confianza en Jesús, sobre todo en la enfermedad? ¿Cómo es mi preocupación por los enfermos? ¿En qué medida me preocupo por los marginados?

 

Oremos: Padre Santo, límpianos de toda soberbia, de toda maldad. Aparta de nosotros el egoísmo y ayúdanos a encontrar la fe perdida, para que sepamos reconocer y hacer tu voluntad, solo entonces será posible alcanzar tus promesas. Amén.

 

Actuemos: Yo no puedo curar enfermedades físicas, pero sí puedo visitar hoy a un enfermo y curarle de la enfermedad de la soledad, y tal vez, del prejuicio de creer que Dios no le quiere.

 

Recordemos: La compasión es una palabra muy profunda que significa “sufrir con el otro”.

 

Profundicemos: En Jesús, todo es revelación de aquello que ¡lo anima por dentro! Él no solo anuncia la Buena Nueva del Reino, sino que es testimonio vivo del Reino, una revelación de Dios. En él aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja reinar a Dios, le deja ser el centro de su vida.

 

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