27 de Enero

“¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?”

(Marcos 4, 21-25)

 

El evangelio que acabamos de escuchar nos recuerda cómo en san Mateo este texto es precedido por estas palabras de Jesús: Ustedes son la luz del mundo.  Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa.  Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.

Creer en el Señor es aceptar en nosotros su luz y reconocer que estamos llamados a irradiarla y a comunicarla a todos: con nuestras palabras, nuestras obras y nuestras actitudes. San Marcos nos recuerda hoy que no podemos ocultar la luz de Cristo que desde el bautismo se ha encendido en nuestra vida.

 

Reflexionemos:

Por ello es bueno peguntarnos: ¿Soy luz para las personas que me rodean? O estoy ocultando con mi manera de vivir la presencia del Señor que está en medio de nosotros?

 

Oremos:

Gracias Señor por recordarnos que somos irradiación de tu presencia en medio del mundo; ayúdanos a vivir de Ti para que nadie tenga que decirnos esperábamos de ustedes más Luz. Amén.

 

Recordemos:

“¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?

 

Actuemos:

Hacer todo movido por el amor a Dios, con pureza de intención, confiando que con Él todo es posible.

 

Profundicemos:

Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás. Papa Francisco

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