“Velen, porque no saben el día ni la hora” (Mt 25, 13)
En este día en que recordamos la memoria de santa Mónica, la madre de san Agustín, el evangelio nos llama de nuevo a la vigilancia, a través de la parábola de las vírgenes prudentes. Parábola que nos lleva a reconocer la importancia de ser personas precavidas no solo a nivel espiritual sino también en cada una de las tareas o proyectos que emprendemos en nuestra existencia: “Las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas (…) llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta”. Así como las doncellas prudentes y sensatas, también fue la vida de santa Mónica, quien pese a las dificultades vividas con su esposo Patricio y su hijo Agustín, nunca se desanimó, ni dejó de lado los valores cristianos que sustentaban su fe. Ellos fueron su fuerza y motivación para abrazar la vida con esperanza y confiar en que Dios tarde que temprano, transformaría el corazón de sus seres más queridos. Pidamos, al Señor en este día un corazón sensato y prudente como el de santa Mónica, capaz de amar, esperar y confiar a cada momento, aún en medio de los rechazos o las dificultades.
Reflexionemos:
¿Somos personas sensatas o prudentes?, ¿qué enseñanza nos deja la vida de santa Mónica?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, como santa Mónica a vivir con fidelidad y sensatez los valores cristianos que aprendemos en casa desde pequeños. A saber confiar y esperar con fe, la conversión de nuestros seres queridos. Amén.
Recordemos:
La sensatez nos ayuda a superar con serenidad y paciencia las dificultades que vivimos.
Actuemos:
Pidamos al Señor, en esta jornada, por intercesión de santa Mónica, que nos ayude a ser personas sensatas y prudentes, para acoger con mayor serenidad los problemas que vivimos con nuestros seres queridos.
Profundicemos:
La vida de santa Mónica nos enseña la manera de vivir con sensatez y fidelidad nuestro amor a Dios y la vocación que de él, hemos recibido (Libro: Novena a santa Mónica).