“El padre y yo, somos uno” (Jn 10,30)
En este Cuarto Martes de Pascua, el evangelio nos remite nuevamente a las tensiones que Jesús vivía con los judíos por sus enseñanzas. Los cuales lo criticaban abiertamente por declararse a sí mismo como el “Mesías” y el “Hijo de Dios”. Títulos que los judíos atribuían solo al rey David y a sus descendientes. Ante dichas críticas, Jesús no se debilita sino que por el contrario, revela la fuerza que lo sostiene y le ayuda a continuar su misión, la cual es la profunda confianza y unidad que vive con el Padre: “El Padre y yo somos uno”. En este tiempo en que sentimos que nuestra fe desfallece por el panorama desolador que sigue despertando la pandemia, pidamos al Señor que nos ayude a vivir su misma confianza en el Padre, unir nuestra vida más a él, a nuestros seres queridos y asumir nuestras labores cotidianas con mayor fe, resolución, cuidado y esperanza.
Reflexionemos:
¿Cómo vivimos o expresamos nuestra confianza en Dios?, ¿cómo podemos unir nuestra vida más a él, en este tiempo de Pascua marcado por la pandemia?
Oremos:
Enséñanos, Señor, a confiar en el Padre así como lo hiciste tú. A unir nuestra vida más a él y experimentar como nos fortalece en las dificultades. Que de tu mano podamos abrazar nuestro presente actual con mayor fe, resolución y esperanza. Amén.
Recordemos:
Jesús nos llama a vivir su misma unión con el Padre.
Actuemos:
Dirijámonos con confianza a Dios en este día y pidámosle que nos ayude a confiar más en él y abrazar el momento actual que vivimos con mayor optimismo y esperanza.
Profundicemos:
La oración del Padre Nuestro es el mejor medio que tenemos a nuestro alcance para fortalecer nuestra relación con Dios, conocerlo más y unir nuestra vida a él (Libro: Padre Nuestro. Itinerario espiritual).